Recorrer andando las calles, los parques, los jardines, el litoral, las colinas, las montañas de Barcelona, es mágico. Un millón de pasos de mar a montaña, de levante a poniente.

Desde Collserola, un paraíso terrenal, hacia el oeste la puesta de sol con su colorido rojo, naranja, ocre, azul, blanco; hacia el este, con su luz y sombras, la gran ciudad, el Mediterráneo enfrente y el azul del cielo, cierran el esplendor y la gloria que derrocha Barcelona.