La socialización es el valor transcendental en las relaciones humanas.

En el camino renace el ser humano, un ser social por su propia naturaleza y que el camino realza. Cuando somos niños, somos egoístas por instinto de conservación, -esto es mío- es una de las primeras fases infantiles. A medida que el ser humano crece, va comprendiendo que no siempre coincidirán sus intereses con los del grupo al cual pertenece. Se trata, como el filósofo griego Aristóteles planteaba, de que solo a través de la educación se materializan una serie de valores y habilidades que producen cambios sustanciales, tanto intelectuales como emocionales; aceptando criterios amplios y generosos en la socializacion del ser humano y aportando soluciones a problemas difíciles y heterogéneos.

Todos nosotros somos partícipes de los logros sociales y todos dependemos de todos. Debe procurarse el desarrollo de la socialización en todo momento. A mayor egoísmo, mayores son los problemas; a mayor socialización, mayor es la evolución y el desarrollo de la madurez emocional.

Gracias a la socialización, el hombre se adapta fácilmente a los ambientes más heterogéneos, dominando situaciones difíciles, para adquirir respetabilidad y prestigio. Alcanzar la plena conciencia de las necesidades sociales permite ayudar a subsanarlas. La socialización debe cultivarse desde la escuela para que, a través de la realización de los grandes valores de la personalidad, el ser humano dedique su meritoria vida al servicio social.

 

– Texto incluido en el libro «El Camino con los Sabios»