Hace más de unos cientos de meses, había un ser humano, igual que tú y que yo, que vivía cerca de una gran ciudad rodeada de caminos.

Este ser humano estudiaba para convertirse en el mejor caminante de todos los tiempos, pero no acababa de encontrar el mejor camino con todo lo que aprendía. Sentía en su corazón que debía de haber un camino superior, algo más que un simple camino.

Un día, mientras paseaba por su ciudad, vio una librería, que nunca antes había visto, «la librería de los caminos sabios». En el escaparate un libro llamó poderosamente su atención.

 

El secreto del camino, camino mágico de oportunidad

 

En ese momento, algo sucedió en su interior que transformó su vida para siempre: entró, compró el libro y salió diligente con la intención de volver a casa para leerlo. A la salida, alargó el paso, notó como el pulso se le aceleraba, tal era la emoción; no sabía lo que encontraría en el libro, pero presentía que sería algo importante, realmente importante, un sendero, tal vez menos recorrido o simplemente desconocido y, por ello, repleto de incertidumbre y riesgos.

Ya sentado en su sillón, abrió el libro.

 

Leía y leía, estaba absorto, no sabía qué estaba sucediendo. Entonces se dio cuenta de que, aunque estaba hecho de muchos caminos, él no era ninguno de ellos.

«Estoy en medio de los caminos», pensó.

En la página setenta y siete halló la solución, el libro planteaba un reto: encontrar el «Camino Mágico de Oportunidad». Salió a la terraza y miró en lontananza.

«¿Dónde estaría ese camino de las cosas felices? — rondaba la pregunta en su mente—. Seguiré el reto que propone el libro: encontrar “El Camino Mágico de Oportunidad” y, si lo consigo, seré el mejor caminante de todos los tiempos».

Releyó de nuevo el «reto» y eso fue lo que descubre:

«El que lo encuentre, poseerá un poder también único: la llave de la riqueza, la orientación de la vida, buen amor, bienestar, salud y… una suerte ilimitada».

Pero ¿dónde encontrarlo? Ya había recorrido millones de caminos y si bien había mejorado mucho, tanto física como mentalmente, nunca se había percatado de la existencia de un «camino mágico» ¿Cómo sería?

Siguió leyendo: «El camino se encuentra en el “Valle del silencio”, detrás de “la Colina de las Cien Vertientes”, al final del “Sendero verde de los Árboles Olvidados”».

 

«¡Vaya jeroglífico! —exclamó mientras toda su excitación se desmoronaba—. ¿Cómo encontraré el camino en tan extenso lugar? Y, sobre todo, ¿cómo sabré que es él?».

Siguió leyendo. «Cuando te acerques, encontrarás las diez reglas de oro en las piedras del camino y, una cosa más, solo estará visible el 10 del 10 de un año acabado en 10».

«¡Oh! Tengo suerte, este año coinciden todas las cifras, pero… quedan solo veintisiete días» —pensó—. Si quiero con- seguir el reto tengo que ponerme en marcha ya».

 

¿Dónde encontrar alguna pista? ¿Alguien a quien preguntar? No tenía ninguna respuesta excepto los datos que podía encontrar en el libro.

Era una librería auténtica y, si decía que allende de las colinas estaba el Camino Mágico de Oportunidad, significaba que allí estaría. Creía en la información, el reto estaba servido, se dio cuenta del descubrimiento y sintió que cambiaría su vida.

Una vez supo que quería lograr el reto y sabiendo del poco tiempo del que disponía, le asaltó una duda: «¿Cuál sería el camino más  corto?».  Entonces  recordó  una  cita de Marco Aurelio: «El camino más corto es el de la naturaleza».

 

Recibía a solas el sol de la mañana, los senderos antiguos al frente, la tierra dulce y nueva bajo sus pies y el Gran Silencio. El destino se desplegaba delante de él, y se abría una nueva conciencia: no podía pisar el camino sin haberse convertido en el camino. Cerró los ojos y se imaginó en «el Camino Mágico de Oportunidad».

 

Reconfortado por esa imagen, su mirada se adentró en los senderos con mayor seguridad y confianza.

Un soplo de viento le abrió los ojos, su cuerpo se activó. Era fuerte y tenía desplegada su mente para captar el buen camino y llegar a tiempo a su destino.

Así fue como se puso a caminar.

 

– Extracto del libro «El Secreto del Camino»