Es muy probable que en verano no logremos dormir todas las horas que deberíamos. Los días son más largos, quedamos más con los amigos, nos acostamos más tarde… A todo esto, hay que sumarle que cuando al fin nos metemos en la cama, la mayoría de nosotros “jugamos” un poco con el móvil antes de dormirnos. Esto lleva a un mal del siglo XXI conocido como insomnio tecnológico.

El uso elevado de un dispositivo tecnológico altera el sueño debido a la luminiscencia que producen y que altera nuestros sentidos evitando la relajación para poder conciliar el sueño. Además, cuanto más dilatado sea el tiempo que pasamos frente a la pantalla, mayor será la dificultad para poder dormir.

Además, este uso del dispositivo móvil en la cama puede afectar seriamente nuestra visión. Normalmente, utilizamos el dispositivo con la luz apagada y en posición horizontal y de lado. Incluso es posible que sólo veamos por un ojo ya que el otro está tapado por la almohada. A pesar de que nuestros ojos se adaptan a la luminiscencia de la pantalla, en el momento en que apagamos la pantalla, nuestros ojos pueden sufrir una ceguera temporal que puede durar segundos o incluso varios minutos (hasta 15 o 20) mientras que el ojo se adapta a la nueva situación de luz.

Por ello, es recomendable no llevar aparatos tecnológicos a la habitación cuando nos vamos a ir a dormir. En el caso de que lo hagamos, es mejor que encendamos una lámpara de lectura y que evitemos la posición de estar acostado de lado.

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