Las jornadas transcurridas en la naturaleza surtieron un efecto poderoso y mágico en el estado de ánimo del andariego.

Sobre todo, gracias a las impresiones manifestadas por la naturaleza a través de los caminos recorridos. La mente del andariego necesitaba mantener vivo su objetivo: «Ser el mejor caminante de todos los tiempos».

¿Habrá comprendido las reglas del camino?

Las adorables exhibiciones de los caminos pasaron ante él para que las pudiera sentir, y siguió concentrado en todas las demostraciones del Camino Mágico que estaba recorriendo. Se está conociendo, percibe las pequeñas cosas, su mente se emociona. Comparte con la naturaleza como con un amigo que caminase con él, ¡Cómo! se transforman miles de figuras bajo sus ojos en su largo caminar. El andariego estaba indeciso. Por poniente cruzaron unas nubes rojas, lentas, como transportando agua, con bordes precisos bien dibujados.

Se inquietó ante la posibilidad de la lluvia y que le demorase su tránsito, pero pensó en positivo:

«Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar».

 

A lo lejos divisó unas colinas, subió encima de un peñasco altísimo para comprobar si estaba en lo cierto. Quedaban solo cuatro días.

De pronto, una voz lo sobresaltó. Salía del interior del peñasco. Sorprendido, casi se cae del peñasco. Sacó el libro que le había regalado su amigo el arriero, Tratado de las Grandes Colinas, y allí estaban reflejadas.

Sí, estaba delante de la Colina de las Cien Vertientes.

El cielo rojizo caía sobre las colinas y, de nuevo, una voz salió del peñasco.

—Lo que me faltaba de la magia del camino.

—¿Quién hay ahí?

—Soy la Ninfa del Corazón de Piedra y creo que te puedo ayudar: toma el sendero del buen amor, llegarás mañana a las colinas que buscas.

Esta información le hizo sentir muy bien. Un profundo sentimiento de alegría serena y de paz interior le embargó. Tan solo tenía que seguir el camino del buen amor.

«¿Qué me habrá querido decir? —se preguntó—. Un camino es un camino».

Pero una voz interior le anunciaba que, si quería caminar seguro por los itinerarios de la vida, llevase prendida la antorcha del amor en su corazón, con ella iluminaría el Camino Mágico de Oportunidad y las diez reglas de oro. No mucho más tarde, la ninfa se le volvió a aparecer con un viento suave que despertó al andariego como de un sueño profundo para hacerle soñar despierto.

—El camino fue hecho por amor y para amar. Si no amas, no eres digno de vivir el camino.

La ninfa siguió su andadura y se alejó del andariego.

 

 

Hacía algo de fresco y se caminaba a gusto. Sobre el camino se extendía una cinta suave de piedras. Volaban algunas aves sobre el cielo y la ninfa saltaba de piedra en piedra. En algunas se detenía; en otras cantaba, como marcando alguna señal.

El aire estaba limpio, lúcido, transparente, diáfano. La ninfa se alejaba por el sendero y en el horizonte se silueteaba la colina de las Cien Vertientes.

«¡Quiero alcanzarla cuanto antes!». Y siguió remontando el camino.

El andariego, para no olvidarse de las marcas de la ninfa, apuntó en su mente las piedras con las referencias trazadas.

«¿Qué ando buscando? El buen amor que me anunció la Ninfa del Amor».

 

Al principio, anduvo un poco escamado con la ninfa; ahora ya se iba acostumbrando, sus pasos dejaban sus huellas en el camino por el que no volverían a pisar.

El amor eran las huellas del camino que se encontraban en cada corazón humano y, al unirse en uno solo, formaban la tierra.

Estos pensamientos le daban paz.

Según avanzaba, cada piedra le hablaba de amor, como un oasis que refrescaba al caminante que andaba perdido en el desierto de su reto. Cuando llegó a la altura de las piedras marcadas, leyó sobre una de ellas:

«No tengas miedo de amar, a eso has venido a la tierra, y el camino del amor es tan largo como la vida».

Despejada las dudas de su visión, el andariego prosiguió su ascenso y se encontró con la piedra del despertar:

 

El amor lo es todo en la vida, este nos libra de la locura, nos quita el sufrimiento y la tristeza, nos da fuerza, valor, ánimo y, finalmente, nos salva. Un abrazo largo de amor dice más que cien palabras. El amor es el principal combustible para crecer. El amor es la base, la base del progreso.

 

Avanzar por esta colina sublimaba la mente de forma notable. La perspectiva iba cambiando, tenía una visión diferente, llegaba a descubrir los mensajes anunciados por la ninfa, y sentia un pequeño placer al contemplarlos y descubrir las reglas de oro, en el Camino de Oportunidad. En esto estaba cuando, de pronto, se sintió impresionan- do con todas las cosas que estaba viviendo en la magia del camino.

Y se preguntó:

«¿Cuánto amor se necesita para llegar a ser sabio?». —El suficiente para amar a unos y a otros —le contestó la ninfa.

La razón de la existencia es el amor, porque el amor es lo que te dará la perfección.

 

De repente, un laberinto de caminos se abrió delante del andariego. Entró en él buscando algo que no sabía qué era, pero intuía que no estaba perdido y que saldría refor- zado y más cerca de la Colina de las Cien Vertientes. El amor le hacía sentirse grande y poderoso, escuchaba a su corazón, se sentia unido a los que amaba. Oyó a la ninfa, que le regalaba la ostra de las tres perlas:

 

Dulzura en las palabras, ternura en la mirada y ritmo en el corazón.

 

 

Sobre la vereda del camino, otra piedra le dicta:El amor hace que dos caminos con rumbos diferentes lleguen al mismo punto.

«Busca, por encima de todo, a alguien que sepa tu ver- dadero valor, que te quiera y acepte tus imperfecciones».

Otra le decía:

«Ten tres amores: La Vida, La Familia y Los Amigos.

¡Andariego!, el amor no se busca, se encuentra».

 

El andariego se detuvo y miró lo que estaba creando. Leyendo las piedras del camino, la vida era pura magia, aunque no fuese consciente de ello, «las gotas de su vaso de agua eran antes trocitos de nubes».

«Estoy creando amor en cada paso que doy. Me siento capaz de crear paz y alegría si aprendo a darlos a los demás», pensó.

 

El silencio del camino llenaba su vida de espacios amables. Su mundo era según sus motivaciones y actitudes, por lo tanto, su progreso en el amor era tener buenas actitudes y motivaciones.

Se dijo:

Quiero ser «el mejor caminante de todos los tiempos» y, caminando cada día, conseguiré llegar antes del 10 del 10 al Valle del Silencio, donde se encuentra el Secreto del Camino. Los seres humanos siempre estamos estableciendo medidas de defensa de los unos con los otros, cerrando los corazones. Tan solo el amor confía y los abre.

 

«El amor es imprescindible para vivir. Y si en el pasado te han hecho sufrir, aprende a amar de nuevo» (Thich Nhat Hanh).

 

Los pasos hacia la meta solo los puede dar uno mismo. Las murallas las tenemos dentro. Abre tu corazón y sal.

 

 

El andariego estaba solo en el corazón del camino. Traspasado por un rayo de sol, su espíritu estaba henchido de amor.

Así le encontró la noche. Mañana se le abrirían nuevos senderos que seguirían alimentando su alma.